This past Monday I came back from a two-week trip to Bali, Indonesia, an incredible island. Before leaving, we made an itinerary of the trip we wanted to make in Google Maps. We practically ended up crossing the whole island except for the West part… and we decided to spend the two weeks in Bali only to really enjoy and get to know not only the important places, but the people, the traditions, the food, etc. If getting to Bali from France is a long trip, from the American continent it is even longer, which is why in my opinion it is worth going at least two weeks.
[Versión en español abajo]
Life in Bali seems to go by two times slower than in many places: everything is more relaxed, people take their time to do things, nobody rushes you, and above all everyone always has a smile. One could say that in a certain way they are “Caribbean,” and perhaps this is due to the climate. During the whole year the temperature in Bali is warm and constant, with a dry season and a rainy season. The concept of interior and exterior spaces doesn’t seem to exist, and they are rather one. Everything is open and nature is an extension of the houses, restaurants, hotels, bars, etc., not a separate space like it is for us. There is a direct coexistence between nature and people. I found it charming how the structure of many bars and restaurants was built around trees that were already there, instead of cutting them down like we normally do. If the tree ended up coming out from one of the walls then that’s how it would stay, without hurting it and with enough space to continue growing.
I have so many things to share about Bali, but what struck me the most was the essence of its people. While traveling my sister asked me if I saw a lot of poverty, and so it made me reflect: I would see people that had a very simple life without luxury, people that would wake up early to go work in the rice fields, roosters running after hens in every corner, kids bathing in rivers, elders carrying food on their heads or backs, women trying to sell you a sarong outside of temples in every language possible, a waitress that would delicately laugh at you because of your funny pronunciation of words in their language, and the receptionist at the hotel who greeted you with a big smile. But to be sincere I never saw people “dying of hunger,” or complaining for how little they had. A waiter we met there told us that people normally only had enough for they basic necessities like eating and going to school, but that he had a lot of dreams, like going to work in ons of those “huge” hotels they had over there. I’m not saying that poverty doesn’t exist in Bali, but rather we could say that there are people who live with little but live well, and what is more important… they always smile at life.
In our world many would call this conformism, but that’s not how it is: when facing adversity, we all have the choice to smile at life or feel pity for oneself, and the people I saw in Bali chose the first option. To be happy no matter the circumstances. It is always good to be reminded that there are people who have much less than us and are still happy, so why not us? From my trip to Bali I take with me the sincere smile of every single person I had the pleasure to meet. And a monkey bite.
Sweet travels!
Este lunes pasado regrese de un paseo de dos semanas en Bali, Indonesia, una isla increíble. Antes de viajar hicimos un itinerario en Google Maps del recorrido que queríamos hacer. Prácticamente terminamos recorriendo todo la isla salvo la parte oeste, y decidimos pasar las dos semanas enteras en Bali para de verdad poder disfrutar y conocer, no solo los lugares importantes sino también, la gente, las tradiciones, la comida etc. Si desde Francia llegar a Bali es un viaje largo, desde el continente Americano aun mas, así que en mi opinion vale la pena ir mínimo dos semanas.
La vida en Bali parece transcurrir el doble de lo lento que en muchos otros lugares, todo es mas relajado, la gente se toma su tiempo para hacer las cosas, no te afanan, y sobre todo siempre tienen una sonrisa. Podría decir que en cierta forma son muy “caribeños”, y tal vez esto se dé por el tipo de clima. Durante todo el año la temperatura en Bali es caliente y constante, con temporada seca y temporada de lluvia. No parece existir el concepto de espacios interiores y exteriores, y mas bien son dos en uno. Todo es abierto y la naturaleza es una extensión de las casas, restaurantes, hoteles, bares etc., no un espacio definido como lo es para nosotros. Es una convivencia directa entre la naturaleza y la gente. Me causo mucha gracia ver como en muchos bares y restaurantes bajo construcción o ya construidos la estructura se hacia al rededor de los arboles que ya estaban ahi, en vez de talarlos como solemos hacer nosotros. Si el árbol quedaba saliendo de una pared pues ahi quedaba, sin ser maltratado y con suficiente espacio para seguir creciendo.
Me gustaría contarles muchas cosas sobre Bali, pero lo que mas me impresiono fue su gente. Mientras viajaba mi hermana me pregunto que si se veía mucha pobreza, y me puse a reflexionar: Veía gente que tenia una vida muy simple y sin lujos, gente que madrugaba para trabajar en los arrozales, gallos correteando a gallinas en cada esquina, niños bañándose en el rio, ancianos transportando alimentos en sus cabezas o espalda, señoras tratando de venderte un sarong afuera de los templos en todos los idiomas posibles, la mesera que se burlaba delicadamente de ti por como pronunciabas ciertas cosas en su idioma, y el recepcionista del hotel que te recibía con una gran sonrisa. Pero la verdad jamas vi a gente “muriéndose de hambre”, ni quejándose por lo poco que tenia. Un mesero que conocimos nos decía que a ellos solo les alcanzaba para las necesidades básicas como comer e ir a la escuela, pero que él tenia muchos sueños, como el de ir algún día a trabajar a Dubai a uno de esos hoteles “gigantes” que habían por allá. No es que quiera decir que no existe gente pobre en Bali, sino que mas bien podríamos decir que existe gente que vive con poco pero vive bien, y lo que es mas importante…siempre le sonríen a la vida.
En nuestro mundo muchos le llamarían a esto conformismo, pero no es así, ante las adversidades todos tenemos la opción de sonreírle a la vida o sentir lastima por uno mismo, y en mi opinion la gente que vi en Bali eligió la primera opción. Ser feliz sin importar las circunstancias. Es bueno siempre que te ayuden a recordar que hay gente que tiene mucho menos que uno y son capaz de ser felices, ¿entonces por qué uno no?. De mi viaje a Bali me llevo conmigo la sonrisa sincera de cada una de las personas con las que tuve el gusto de compartir. Y la mordida de un mico.
¡Dulces Viajes!
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Such great pictures!
Thanks Sara!