Sailing Away [Navegando Ando]

What do you do when your boyfriend and his family are passionate about sailing and they invite you to spend a weekend with them in the Mediterranean?  You take some seasickness medicine and pray that you will enjoy it.

[Versión en español abajo]

Our sailing trip consisted of a week around the west side of Sardinia in Italy. We left on Sunday morning from a port in Marseille and arrived to the coasts of Sardinia Monday night. This was the most “difficult” part because you navigate during the night and it takes about 36 hours in total to cross. I must mention that even though I took some medicine for the seasickness the day we left, I came out like a champ and didn’t get sick!

The boat can accommodate 10 people in 4 cabins: 2 doubles, and 2 triples, each with its own toilet and sink. There’s also a small kitchen and the dining area with a big table in the middle and benches all around it. This was the place where we spent most of our time, besides outside of course. The cool thing about these boats is that they try to maximize the use of space. Under each seat, bed, and behind each door there is a space to store things. There are hidden compartments everywhere!

From Sunday to Thursday night, we sailed the whole time. And you would think that being in such a reduced space and not being able to move much, one would get bored. But this was not the case at all, time goes by really fast.

The boat works with sails or with a motor (in case there is not sufficient wind) and it is very relaxing to navigate just with the sails, the only thing you hear are the waves. During the day you practically switch from pajamas to your bathing suit, you enjoy the noise of the ocean, you forgot what make-up or hair dryer are, you have lunch, swim in the middle of the ocean, tan… you disconnect from the world.

One of the most beautiful things was the opportunity to see dolphins. I think you never get tired of this. To see how they played around the boat was amazing, and the water was so clear that you could see them perfectly from above even if they didn’t jump out. In the evenings, before the sunset, we would anchor somewhere close to the coast to spend the night and bathe in the ocean. Once clean and fresh, we would have l’apéro (a very French concept that I love!) while watching the sunset and after we would eat. The nights consisted of card games until we were too tired to continue. Thursday evening we touched ground for the first time, and went to visit the ruins of the antic city of Nora. The next day we sailed to Cagliari, the biggest city in the South of Sardinia, where we enjoyed walking through the beautiful city while eating gelato. Saturday we went back to the coasts of the old city of Nora to spend the day in the ocean and at night we went back to the port of Cagliari since some of us were taking our plane back home that Sunday morning.

The boat continued onto to Rome and then to Corsica, but my sailing days ended in Cagliari. It was a really awesome experience, one which I’m sure will repeat itself soon. And you, how does sailing in the ocean sound… would you dare to try it?

Sweet Travels!

¿Que haces cuando a tu novio y a su familia los apasiona los barcos veleros, y te invitan a pasar una semana en el Mediterráneo con ellos? ¡Te tomas un Mareol y rezas que lo disfrutes!

Esta semana pasada estuve navegando al rededor de la isla de Cerdeña en Italia en velero. Salimos de un puerto de Marsella el domingo en la mañana y llegamos a las costas de Cerdeña el lunes en la noche. Este tramo fue el mas “difícil” porque navegas aun de noche y toma en total unas 36 horas en cruzar. Debo decir que aunque me tome el Mareol ese domingo que salimos, salí como toda una campeona de esto porque no me mareé.

El velero tenia capacidad para 10 personas y a su interior habían 4 cabinas: 2 dobles, y dos triples, cada una con su propio inodoro y lavamanos. En el medio de las cabinas se encuentran la cocinetica y el comedor (con unas bancas) que es donde pasábamos la mayoría del tiempo si es que no estábamos afuera. Lo increíble de estos barcos es que maximizan todo el espacio posible. Debajo de cada asiento, cama, y detrás de cada puerta hay compartimientos escondidos. 

De domingo a jueves en la noche la pasamos prácticamente navegando todo el tiempo. Uno pensaría que en un espacio tan reducido y sin poder moverse se aburriría. Pero no es así, la verdad el tiempo pasa super rápido. 

El barco funciona con velas o con motor (en caso de que no haya el suficiente viento), y es una experiencia muy relajante navegar a vela y solo escuchar el sonido de las olas. Durante el día prácticamente pasas de la pijama al vestido de baño, desayunas, lees, te bronceas, disfrutas el ruido del mar, se te olvida que es maquillaje o secador de pelo, almuerzas, nadas en pleno alta mar…te desconectas del mundo.

Una de las cosas mas lindas fue la oportunidad de ver delfines. Ver como jugaban al rededor del barco fue muy lindo, aparte de que el agua era tan pero tan clarita que aun si no saltaban se podían ver perfectamente bien. En las noches antes de que el sol cayera anclábamos en un lugar para pasar la noche y nos bañábamos en el mar. Después de estar ya limpiecitos y frescos tomábamos el apéro (un concepto muy francés que me encanta) durante el ocaso y después cenábamos. Las noches consistían de juegos de cartas hasta no poder mas. El jueves en la tarde pisamos tierra por primera vez y fuimos a visitar las antiguas ruinas de la isla de Nora. Al otro día navegamos hasta Cagliari, la ciudad mas grande al sur de Cerdeña. Allí disfrutamos un día entero caminando por esta bella ciudad y comiendo gelato. El sábado regresamos a las costas de la antigua ciudad para pasar el día en el mar y ya en la noche regresamos al puerto ya que algunos de nosotros viajábamos el domingo temprano de regreso a casa. 

El barco continuaba hasta Roma y después al rededor de Corsica, pero mis días de navegación terminaban en Cagliari. La verdad fue una experiencia muy bacana, ¡la cual estoy segura se repetirá pronto! ¿Y a vos, como te suena una semana navegando por el mar…te atreves? 

¡Dulces Viajes!